Trump, el pájaro loco, Sr. del Estado Profundo

“La luna de siembra en tu signo coincide con una puerta virtual para que puedas hacer magias. Sería conveniente que te entrenaras uno de estos días en salir al escenario en solitario. Se te está pidiendo un Do de pecho. Si lo haces puede que acabes creando tendencia”. Es mi horóscopo de la semana. Lo he leído tres veces y hasta lo he recortado para pegarlo en mi agenda, por eso del recuerdo. Quiero decir del recuerdo que envuelve de fascinación mi figura y yo no me he dado cuenta. Me he mirado al espejo y me encuentro igual. No tengo barita mágica, ni una escoba voladora como Harry Potter, pero ya ve, eso de la sugestión, la imaginación y el deseo que ocurra, cambia momentáneamente el espíritu. Y mire que lo necesito. Yo nací el 20 de enero. Siempre estuve feliz, porque esta fecha entraba en el signo de Acuario y ya parecía –es un suponer- que el carnero de Capricornio saltaba a otro signo. Pero no todo son alegrías. Porque en este mismo día 20, el pájaro loco empezó a volar por el mundo barriendo con su tupe todo lo que quedaba de sensato en los alrededores. Donald Trump cambio la vida de millones de habitantes del planeta. Todos los brujos malvados del mundo se pusieron de acuerdo para conseguir con su alquimia maligna emborronar el día. El mismito día de la toma de posesión del Presidente de los Estados Unidos, un 20 de enero, que llevó al poder a un seboso individuo forrado de millones que como todos los días hamburguesas, pizzas y galletas, con litros...

El Caganer

Las costumbres se pegan de unas comunidades a otras y es posible que en estos días en su Nacimiento haya tenido un caganer. Ese hombrecillo, con los pantalones caídos, que hace sus necesidades junto a una palmeta o detrás de un corral de gallinas de barro. El caso es que este año a mí me parece –sobre todo en Cataluña- que el caganer no hay que guardarlo. Es una figurilla del belén que ha adquirido una enorme actualidad, porque el caganer existe. Con todo el respeto de que soy capaz, pienso que Carles Puigdemont tiene muchos ingredientes para ser el caganer.  Se ha ido de su tierra para que no le cojan y le metan en la cárcel y ha dejado que algunos de sus compañeros entren –como unos soldados del rey Herodes- en las mazmorras. Pienso que no ha hecho grandes esfuerzos para sacarlos, mientras él desde Bélgica hace proclamas como si fuera un soldado de los tercios de Flandes. Claro que estos discursos los dirige a sus partidarios desde la TV, sin salir de los límites belgas, no sea que algún despistado lo meta en una excursión prohibida y lo saque del país como un trásfuga. Lo más extraño de este señor -instintivamente lo veo como el caganer- es que, además, pretende gobernar a su posible y fantástica republica catalana desde Bélgica. Yo creo que tiene el síndrome de honorable. Un título que se ganó a pulso Terradellas, primer presidente de la Generalidad restaurada, que incluso era Marqués de Tarradellas, mención otorgada por el Rey Juan Carlos. En fin, estas Navidades Catalanas nos han hecho un Belén...

Las otras manadas de la India

Mujer, no eres sólo obra de Dios; los hombres te están creando eternamente con la hermosura de sus corazones, y sus ansias han vestido de gloria tu juventud. Por ti labra el poeta su tela de oro imaginario; el pintor regala a tu forma, día tras día, nueva inmortalidad. Por adornarte, por vestirte, para hacerte más preciosa, el mar da sus perlas, la tierra su oro, su flor los jardines del estío. Mujer, eres mitad mujer y mitad sueño. Crecí envuelta en los versos de Tagore. Creo que me dediqué a escribir porque sus palabras llenaron mi mundo de sueños. Con esos sueños he imaginado la India como un país de sedas, colores ajorcas y lunas. Mi asignatura pendiente era viajar a la tierra de mi poeta favorito. Pero recientemente me he enterado que hay abundancia de manadas en esa tierra. Las manadas de la India son distintas de las de aquí, pero también manadas perversas. Una mujer –lo habrá leído en mil novelas y reportajes- tiene la obligación de casarse con el hombre elegido por su familia. Una familia que puede vender con toda tranquilidad a su hija de 10 años a un señor de 60 para su disfrute. Si la mujer rechaza al marido –ya es suya- puede violarla y puede permitir que la violen sus amigos en grupo. Estas manadas “legales” convierten a las mujeres en trabajadoras del campo y de la casa y en esclavas sexuales. Yo desconocía las manadas de violación en grupo. Las sedas hindús no brillan con el fulgor que mi imaginación adolescente creía. ¿Dónde está mi Tagore que pensaba: mujer, eres...

El baile del príncipe

La noche es preciosa y estoy tomando una piña colada con unos cacahuetes salados. Un cantante en directo interpreta “Extraños en la noche”. Se está bien y no apetece dormir. El camarero me trae otro platito de Manises. A mi lado hay un matrimonio elegante. Delgados los dos con esa distinción del señorío. Están serios sin mirar a ningún sitio y toman un gin-tonic. Les acompaña un niño con síndrome de Down. Puede tener 30 años, 40 -cualquier edad, porque es un niño- toma una coca cola y todo su cuerpo baila: las manos, los pies, la cabeza. Lo padres inmóviles, en sí mismos. El chico viaja dentro de la canción, temo que de un salto y vuele. Está en otro mundo. Un mundo en el que ha crecido viendo lo que le rodea con distintos ojos. Su mirada de chinito es toda bondad, se ve que es educado, aunque no sabe lo que está bien o no. Lo imagino por la mañana tomando el sol agradecido del calor suave en su cara. No piensa en ponerse bronceado para estar más guapo, pero adivino que le han brillado los ojos al saltar a la piscina por la mañana, sentir el agua helada y salir corriendo mientras su madre le arropa con una toalla. Es posible que venga de algún país de niebla y sus padres han querido traerle a una isla. Quiero creer que se ha emocionado desde la ventanilla del avión viendo las nubes algodonosas. Quiero creer que él -con su fantasía de niño- ha anhelado abrir el cristal y pasearse por aquel cielo blanco y azul, un...