Euskadi ha roto aguas

Es muy fácil criticar ahora –a toro pasado- a los nacionalismos y concretamente al PNV. Cierto que las críticas de estos días vienen de los perdedores pero la auténtica verdad es que el cambio ha llegado gracias al PNV. Estos días he oído a Xabier Arzalluz, uno de los políticos más brillantes que hemos tenido en esta tierra. Algunas de sus frases merecerían entrar en un diccionario de citas ilustres y leerlas de vez en cuando para pensar. Pues verán, allá por los años 2003 cuando se hablaba, criticaba y murmuraba sobre la postura del PNV respecto a una actuación nacional que salió adelante con el apoyo del partido, el político vasco dijo: “Euskadi ha roto aguas. Está de parto”.

Nuevamente se repite este acto tan natural como la vida misma. Durante estos días, previos a la elección de Pedro Sánchez como presidente, el PNV ha estado en silencio, ese silencio que toda mujer antes de dar a luz espera expectante. Yo he tenido 6 hijos y les juro que en cada embarazo tenía más miedo porque sabía el dolor que me esperaba y aunque, como decía alguien, dar a luz es el único dolor de la vida que merece la pena, yo no pensaba esas cosas tan bonitas, sino que me angustiaba. Entonces no había epidurales ni partos sin dolor. Las contracciones y las dilataciones eran tal cual y cuando rompías aguas te entraba un pánico cercano a la muerte. Al menos a mí.

Pues verán, el país ha estado sin respiración esperando que el PNV diera su sí para quitar de delante a Mariano Rajoy. La historia juzgará este momento con la cordura necesaria para aceptarlo. Hay miles de artículos y comentarios que aplauden la salida del líder del PP. ¡Bendito sea Dios y su divina madre que este momento ha llegado! Pero ha sido muy largo el parto y como en anteriores ocasiones –vuelven a servir las palabras de Arzalluz- todos los partidos políticos han estado coqueteando alrededor del PNV, como en el rito de cortejo que utilizan las aves cuando buscan pareja: “Sacan pecho, hinchan la garganta, mueven las alas… son ritos de apareamiento y, salvo excepciones, todo el mundo quiere aparearse”. La historia es una repetición de sucesos iguales. Al fin, cambian las personas, pero las ideas se repiten machaconamente como una lección aprendida por niños aplicados.

Por fin, el PNV, ha roto aguas –amniorrexis, se llama en medicina- para que el parto tenga lugar. La ansiedad, propia de las embarazadas, ha tenido en vilo a todo el país. Escribía Tagore, mi poeta de cabecera, que “cada criatura al nacer nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde esperanzas en los seres humanos”.

No crean que es fácil creer, pero como creer es ver lo que no vimos, nos lanzamos felices a ese vacío inconsciente, del cambio que hemos esperado mucho más que nueve meses, el tiempo de la gravidez.

Se han escrito frases preciosas referidas al parto: “Es la única cita a ciegas en la que puedes estar segura de que conocerás al amor de tú vida”. No crea, yo he dudado en calificar a Pedro Sánchez como el amor de mi vida, pero acepto a esta nueva cara en nuestro panorama político porque vamos a dejar de ver –espero que por un tiempo larguísimo- al Sr. Rajoy y sus incongruentes discursos de: “Cuando peor mejor para todos y cuando peor para todos mejor para mí.” Aquel juego de palabras tan inquietante podía entrar en un libro entero de sus “brillantes” ocurrencias.

De todos modos, hay que reconocer que Mariano Rajoy ha toreado con suma tranquilidad los mantazos que ha recibido. El tirar de la manta siempre le ha dado igual –y mire que se han dicho cosas en estos últimos años sobre el PP-, quizás porque su máxima ha sido decir continuamente que no tiene frío y nunca ha necesitado manta.

Creo que por un tiempo, hablar y ver su imagen en los medios de comunicación va a ser menos continuo.

Pero, ya ven, a mí me preocupa las palabras de un señor que se llama Aznar. En un artículo de hace años yo escribía que “el pasado es como un hijo que vive con nosotros y, cada cierto tiempo, nos recuerda que está presente. Es importante reconocer su presencia continua para no cometer torpezas. Saber que existe nos hace humildes”. Pero José María Aznar no es humilde y hay que reconocer –ahora que se ha ido Mariano Rajoy- que gran parte de las corrupciones que se fueron sucediendo en el PP, como gotas de lluvia de abril – mejor tormentas de verano, como estas últimas del empezado junio en nuestra querida Euskadi-, han ocurrido cuando este soberbio señor era presidente.

Soy bastante desordenada, pero algunos artículos los guardo y de esa hemeroteca particular me voy a copiar a mí misma unas líneas que dije hace algún tiempo. “El señor Aznar, al que le encanta aparecer en público y criticar a los compañeros de partido, ha desaparecido del globo terráqueo (ahora igual) para convertirse en un “drone”. Nadie sabe dónde ha estado, pero atacará con impunidad y, con la misma impunidad, se evaporará en el anonimato temporal. Jugará a pilotar el avión sin piloto, agrediendo sin que nadie sepa quién ha sido. Mientras, el sol marbellí le cobijará con sus rayos tapando la inmundicia que él ha provocado. Porque nadie dice que don José María fue presidente gracias a las financiaciones ilegales de Bárcenas (en honor a la verdad, casi todos los partidos políticos se financian ilegalmente). Nos hicieron creer –a quien quiso dejarse engañar- que el candidato era atractivo como un Kennedy y sagaz político como Lincoln. Bien llevada una campaña publicitaria –con miles y miles de euros- puede trasformar a un señor mediocre (de cualquier ideología) en un superhombre capaz de comerse el mundo por su patria. Eso, ante todo.

La verdad es que este señor sabe mucho de sí mismo para ocultar su personalidad en este momento tormentoso. Ha sabido que su nombre, el primero en una lista de su partido donde era presidente, tenía que desaparecer y volatilizarse en el aire de la nada. ¿Cómo es posible ese milagro de prestidigitación? ¿Quién le ha enseñado trucos de ilusionismo? Houdini, el mago de Lublin, a su lado era un vulgar comediante de feria. Destronado de su trono mira con indiferencia y con torcida sonrisa al Gobierno y a sus súbditos. Aznar está por encima de toda suciedad. Es puro como los ángeles y etéreo como el aire. Ha pasado por el PP, como la misma maternidad de la Virgen, sin romperlo ni mancharlo. Sin embargo, el suelo que pisa está cimentado de nombres – nombres que caminan por los juzgados y desgranan corrupciones- y las paredes pintadas con el dinero ilícito que protegió los filtros necesarios para convertirse en legal. Rajoy y Bárcenas son algunos de los retazos que ha dejado por el sendero de gloria don José María Aznar. Este halcón maltes, que no se inmuta por lo que ocurre a su alrededor, pasará a la historia como el impasible. El rostro impenetrable que introdujo en España la táctica de inhibirse de los problemas con cinismo”.

Así es la vida. Siempre hay alguien detrás con impunidad. La casualidad dicen que no existe. Unas noticias se comen a otras y así crece la incertidumbre. El presente convierte en agua pasada las noticias de ayer. Sólo recuerda quien tiene la memoria delicada y frágil –entendiendo la fragilidad por sensibilidad- y sin vacíos legales. Pues resulta que el Sr. Aznar, que casó a su hija en el Escorial con la misma pompa que la última boda inglesa, tuvo entre sus invitados a una mayoría de los acusados por corrupción en el PP. El 75% del Gobierno de Aznar han sido imputados por sobre sueldos y hoy duermen sus amargos sueños en prisión.

El nuevo Gobierno, gracias al PNV –no lo olvidemos- acaba de nacer. Roguemos a Dios para que esta criatura se desarrolle en este tiempo con normalidad.