He visto ballenas

Últimamente ando preocupada por no ver lo que los demás ven.

Cuando viajaba con Carito y escribía un reportaje, mi amiga me decía: “Yo eso no lo he visto”. Confundida le contestaba que habíamos ido juntas. “Pues yo no vi esas flores, ni esos mares, ni los atardeceres, ni sentí el aire y la brisa, ni…” Pienso que todo existe, pero cada uno lo ve de distinta forma. Javier de Isusi –un genio del dibujo y un escritor con alma lleno de infinitos valores-, en su libro de comic –más bien novela grafica- “He visto ballenas”, hace real, con una sola frase, ese mundo ideal y distinto, real y fascinante que nos rodea. “Yo he visto ballenas”  y quien  estaba a mi lado, aunque miraba el mar, se perdió ese instante maravilloso de ver ballenas. Después de la sorpresa llega la realidad no vivida del que nos observa. La insistencia nuestra “No miento, he visto ballenas”, pero…

Las ballenas existen y no son fantasía, pero con tantas imágenes superpuestas, con tanto ruido de colores fluorescentes, no vemos la cadencia misteriosa y real de los dioses marinos. Cuando estoy triste tengo miedo de perder la vista. Me da miedo que se me nuble la realidad. Pero no es problema mío. Parte de la sociedad ha perdido la vista y no se da cuenta de esa carencia y sigue andando dando golpes como un elefante en el Congreso. ¿Ustedes se imaginan un animal de esas características en el hemiciclo? Pues les aseguro que habría diputados que no se percatarían de su presencia, metidos tan a fondo en su mundo de irrealidades. Ellos nunca verán ballenas, porque tienen delante tantas nubes que es imposible.  Últimamente ando preocupada por no ver lo que los demás ven. Quiero decir que nos atosigan con historias que ellos –esa gente rara- se creen y nosotros, por mucha voluntad que pongamos, no conseguimos tragarnoslas por irreales. Pienso que tienen un Cisneros particular que les perdona las catástrofes que comenten sin inmutarse. Verán, Cisneros saben que era un cardenal que aconsejaba a Isabel la Católica y, además, la confesaba. Era, cosas de las historia, su confesor particular y gran inquisidor de Castilla con muchos títulos más. Pues cuentan los anales de las crónicas –tengo la sensación de que ya se lo he dicho a ustedes en otra ocasión- que un día que la reina estaba enferma, temerosa de irse de este mundo de un momento a otro, llamó a Cisneros y le preguntó pensativa e ingenua: “Quizás hemos cometido algún error. Hemos matado a muchos indígenas, los hemos tratado como animales y, a veces, pienso que quizás no todo lo hicimos bien. Aunque sé que los habitantes de las Americas no tiene alma…” Y, el gran inquisidor, mirando a la Reina con indulgencia, meneó la cabeza –eso me lo imagino yo- y le dijo a Isabel: “No, Majestad. Todo ha sido decisión de vuestra Majestad y tenéis poder para hacerlo. Solo está Dios después de vos”. Y la Reina, quitando ese inoportuno pensamiento, siguió plácidamente descansando. Por encima de sus deseos y decisiones, sólo estaba Dios. Y se lo creyó.

Pienso que muchos políticos y gente famosa tienen sus propios Cisneros. Una especie de perdona todo que nada tiene que ver con el Pepito Grillo de Pinocho. Ellos no necesitan conciencia porque hace tiempo que la perdieron. Pero deben de tener un Cisneros particular y desconocido que les anima a seguir con las sinrazones y les borra cualquier vestigio de conciencia.

Ana Botella  habla en inglés con micrófono al mundo –“A relazin cup of café con leche en la Plaza Mayor”- , y, al día siguiente, tan tranquila, repite faena sin entender qué le preguntan y de qué hablan en una conferencia internacional. Sin ningún rubor contesta con pájaros y flores. No pasa nada. Ni siente vergüenza ni le importa lo que piensen los dignatarios, porque la próxima metedura de pata será aún mayor. Respecto a la vergüenza, qué quieren que les diga… Trillo grito ¡Viva Honduras!, estando en El Salvador, y se quedó tan ancho; José Bono dijo que Tony Blair era un gilipollas y un imbécil;  Rajoy mañana tengo un coñazo de desfile y, Esperanza Aguirre, cuando era Ministra de Cultura, sorprendió a los periodistas con una perla cultivada: “¿Sara Mago? ¿quién es, una pintora o una bailarina?” Su sucesor, José Iganacio Wert, aún fue mejor: “si reducimos el número de asignaturas, se reducirá el fracaso” (¿?) Estas situaciones entran en las meteduras simpáticas, pero hay otras  que precisan un Cisneros capaz de perdonar lo imperdonable. Preguntas y respuestas sobre sueldos –con recibos- fiestas y regalos costosísimos pagados con dudoso dinero. Aunque los extractos que se descubrieron tenían día y fecha, una de las encausadas, María Dolores de Cospedal, no oye y no ve nada. Y sigue tan tranquila hablando de cuentas claras y limpieza transparente ante la corrupción, y resulta que la corrupta es ella. Sobresueldos en tiempo de Aznar –con nombres y apellidos- pero, “es que entonces cobrábamos todos, ya no “, y tan impertérritos, ellos y ellas, siguen prestando su cara a la honradez y cultura nacional.

En otro orden de cosas, la famosa concejal Olvido –es mejor seguir en plan frívolo porque si no se nos amarga el gesto-, no se metió debajo de la mesa para que nadie le viera después de aquel video que había violado su intimidad. Nada de eso, seguido salió en Interviu desnuda y, ahora, muestra públicamente su tripa –“muy artística”, asegura- de embarazada a punto de dar a luz. Además, dice en una reciente entrevista: “Voy a luchar para devolver esa risa que he perdido por el camino. Os pido ayuda”. No se lo pierda, nos pide ayuda. Pobre bebé, estar en el seno de esa mujer que lo que ha perdido por el camino es su Pepito grillo particular. No sabe, no entiende. “Mi intención es separar mi vida sentimental de mi vida privada y espero que podías ayudarme”. ¡Dios mío, la actriz Mar Flores también nos pide ayuda mientras afirma tan fresca después de esta golpe magistral: “ aunque mi programa es en directo, es decir que se emite diariamente grabado”.

¿Qué les pasa a estas personas? Pues muy sencillo, tienen un Cisneros que les hace  no ver lo que todos ven y seguir serenos el día a día. Para Esperanza Aguirre ese Cisneros es el más de lo más por el que da la vida, porque luego él –como un mago Merlín- devolverá todo a su sitio (no sé cómo lo hace, pero lo hace, no le roza ni el mayor vendaval nacional) ¿Quién será? La súper mujer lo descubre: “En el mundo, no me ha impresionado nadie: el Papa, Isabel II, el Dalai lama… Lo siento, solo me impresiona Aznar  y, cuando me ha mandado algo en sus llamadas de minuto y medio, no he osado discutirlo”. Sin comentario.

Ayer vi una película impactante: La playa. Uno de los protagonistas no sabe quién es Dios y un amigo le responde: “¿Alguna vez has pensado en algo que deseas mucho? Dios es el que te ignora”. Quiero pensar que es mentira, pero viendo los dioses de barro que nos rodean y sus respectivos Cisneros sin conciencia, creo que hay dos dioses. Uno, que no existe más que para ellos, y otro, el que está en ese lugar que llamamos eternidad. Algunos creemos en Él porque seguimos viendo ballenas.