Cuentan en Tenerife que había un cura, don Antonio, que necesitaba dinero para hacer una residencia de ancianos y se le ocurrió parcelar el cielo. Un trozo de cielo se podía comprar por equis pesetas, uno más grande por tanto y así cada lugareño –con certificado-...
Los años te ayudan a poner los pies en el suelo después de caminar muchos años por las nubes.