por Carmen Torres Ripa | Abr 30, 2022 | Artículos
“Querer es poder” fue durante muchos años mi lema de vida. Incluso lo llevaba grabado en un anillo. Han pasado los años y todo lo que quieres no puedes conseguirlo. Si quieres, puedes, te deja deprimida. Estos días he leído un artículo interesante en una revista femenina. No viene a cuento repetirlo, pero la esencia es esa frustración que te queda en el no llegar. San Agustín -me sorprende que le cite tanto con lo machista que era- habla con Dios y le dice: ”me has hecho de tierra y de una tierra difícil de cultivar”. Cierto, y pese a la aridez del terreno, nos esforzamos; plantamos flores, regamos los tallos, pero -a pesar de quererlo-, los brotes no dependen de nosotros. Este año, los capullos de mis camelias no han florecido. Ignoro qué he hecho mal, pero están al borde de la muerte. He comprado hortensias y las miro cada despertar, temerosa de que me digan adiós sin motivo. Hablo con las flores y no me escuchan. Siguen su caprichoso ciclo vital. El segundo de mis mantras era -digo era porque ya no es- “nunca pasa nada”. Pues también falla, porque pasan muchas cosas que no conseguimos por mucho que nos empeñemos en hacerlas posibles. En estos meses de aislamiento, hemos leído infinidad de libros de autoayuda, hemos oído podcast sobre meditación, silencio, encontrar nuestro yo dentro de nosotros mismos. Lo siento. He llegado a una conclusión. Nada sale como quieres. Vivimos dentro de la pregunta del príncipe Hamlet: ser o no ser y, añado, ver o no ver. Los tópicos -un tópico es verdad si se repite...
por Carmen Torres Ripa | May 13, 2021 | Artículos
A mi hija Verónica le aterran los pájaros y esta mañana, cuando ha ido a trabajar, se ha encontrado un pájaro esperando el ascensor. Por supuesto se ha metido en casa con el corazón a mil por hora. Ha esperado un rato y, como una exhalación, ha entrado de nuevo en el ascensor cuando no aparecía ninguna sombra sospechosa. El pájaro –que se había colado por alguna ventana de la escalera– había volado. Pero, ¿y si vuelve? –me pregunta angustiada–. Para ella todos los terrores del día se han puesto contra ella. ¿Será una premonición? Le contesto que no, casi más asustada que ella. Pero me he quedado pensando en lo mucho que puede afectar el miedo en todas las decisiones que tomamos. Qué miedo habrán tenido en Madrid cuando cándidamente depositaban su voto en una urna transparente. Lo que temían pasó, pero nadie es culpable de los resultados de miles de votantes asustados. El comienzo del día –aquí o en Madrid– es como una válvula que, si se da un botón equivocado, se puede cambiar el orden establecido. Es tan inofensivo como el sobre que depositaron los madrileños escondidos detrás de su mascarilla. La suma de todos los papelitos ha conseguido que Madrid siga siendo la capital del Estado, no el parecer del resto de habitantes que con la boca abierta miramos sorprendidos los numerosos pájaros que van a encontrar en su puerta. La sorpresa es el ingrediente que siempre nos espera. Un astronauta. Los sustos no cesan; en el paseo he visto de pronto un astronauta. Tenía un traje metálico blanco con apliques negros en los codos,...