Y ¿si Franco aparece por el Golfo de Vizcaya?

He meditado profundamente en los avatares que nos regala la historia. Usted sabe, como yo, que Franco era un dictador. Su mentalidad fascista, consiguió contaminar a la corona española. Como él era el dueño del cielo y de la tierra y todo lo creado, decidió que un digno sucesor de su brillante ideología (recuerde a Hitler y Mussolini, para no olvidar su patriotismo) sería un rey. Pero no un rey cualquiera, tenía que ser el rey que él – dueño del país- eligiera. Por orden sucesoria de la corona, el rey –quiero decir en línea directa- era Don Juan de Borbón, pero a Franco no le gustaba ese señor- “demasiado inteligente” pensó-, necesitaba un rey manejable como la plastilina. Y encontró a un chavalito rubito y con sonrisa bobalicona, que podía servir bastante bien a sus deseos. La verdad es que, al dictador, su esposa Sofía le parecía un poco mandona, como su madre, la reina Federica, pero ese tema ya lo arreglaría. Pero… Había más peros. El sucesor legal de la dinastía Borbón era Don Juan, pero -como Franco era Franco y después de él, sólo Dios- se cargó al padre y eligió como su sucesor al hijo. Dicho sea de paso, el hijo, Juan Calos I, tuvo unas enormes tragaderas para suplantar a su padre y, además (siempre hay unos cuantos, además), el padre estuvo obligado a jurar lealtad a su hijo, en una ceremonia que me produce sarpullido en la piel. El nuevo monarca, ejerció de jefe de estado interino, pegado continuamente al generalísimo y vestido como él, para que nadie olvidara su condición militar. Esto...

¡Atención!: Volveremos y Resucitaremos

El movimiento del Valle de los Caídos ha debido ocasionar un terremoto mundial con claras muestras de milagro –o maldición divina, la lectura es libre-. Franco ha resucitado y con él la santa campaña que andaba perdida entre las brumas gallegas… Franco ha resucitado y, con él, los dictadores del pasado: Trujillo, Pinochet, Noriega, Videla, Somoza… Todos esos nombres que dormían en el pasado, se han levantado de sus tumbas para reencarnarse, con sencillas operaciones de estética, en los nuevos dictadores del siglo XXI. La sangre necesaria para este revivir la están consiguiendo con transfusiones del mismo dios, con minúscula, porque así es la religión: el opio del pueblo. Como en tiempos del Caudillo –se acuerdan bajo palio, con el botafumeiro delante, esparciendo olor a incienso-, todo vuelve. Ahora hay cánticos, bailes, dinero –mucho dinero, tampoco es novedad- y, como siempre, el uso de los sentimientos espirituales, que es lo que de verdad y sirve para mantener el poder a esos nuevos dictadores. El palacio de Vistalegre de Deportes de Madrid ha llenado recientemente el aforo con una insólita fiesta nacional. Las banderas españolas, ondeando como furiosos blasones, han invadido cada rincón del recinto. Mientras Manolo Escobar canta por los altavoces que Viva España, los asistentes corean el estribillo a grito pelado, desgañitándose en un continuo Viva España, Viva. Seguido por el himno legionario “Soy el novio de la muerte” y “A por ellos”. El nuevo gripo político Vox (del latín voz) ha pillado al gobierno con el paso cambiado. Fueron 10.000 personas las que coreaban a gritos a su presidente, Santiago Abascal. Un líder que se manifiesta públicamente...