Los papelitos de Gervasio para nuestras almas

Cuentan en Tenerife que había un cura, don Antonio, que necesitaba dinero para hacer una residencia de ancianos y se le ocurrió parcelar el cielo. Un trozo de cielo se podía comprar por equis pesetas, uno más grande por tanto y así cada lugareño –con certificado- creyó tener un trocito de cielo. Pienso que las fotos de Gervasio son trocitos de cielo. Mirándolas sentimos que el corazón late más fuerte y por un momento queremos ser mejores, porque el dolor es una llamada de atención para todos los que permiten la guerra. Hay guerra porque la paz no interesa. Cerca de donde estamos se fabrican armas. Mientras los gobiernos hablan de paz, se potencia la guerra. Todas estas cosas las ha dicho Gervasio Sánchez en numerosos artículos y fotos con madres y niños sin piernas por pisar un campo de minas. Pero aquellas caras estaban lejos: los Balcanes, Etiopia, Afganistán… Qué ingenuos somos. La Asociación de Prensa de los Periodistas Vascos, en la edición de este año 2017, ha entregado el Premio Libertad de Expresión José María Portell, al periodista Gervasio Sánchez. Un hombre que nació para ser periodista. Desde niño sus ojos miraban el mundo de otra forma, con ansiedad, como un bebé que añora con urgencia el biberón a su hora, Gervasio empezó a buscar la forma de hacer realidad su sueño. Pasó su primera infancia en Córdoba. Sus padres, de condición humilde, emigraron a Cataluña, con 11 años fue cartero en Hospitalet -«he matado al Sr. Franco en forma de sello mil veces”-, con 15 años fue camarero en un chiringuito y al fin pudo pagar sus...