Esa mujer “protagonista”

Felicidad. Éxito total. La Cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid, ha contado con treinta países aliados en el inicio oficial. Cuatro eran mujeres. El dato supone una gran desigualdad en los organismos internacionales. Las cuatro “estrellas” -tristemente con comillas, por excepcionales- han sido Mette Frederiken, primera ministra de Dinamarca; Katrina Jokobsdóttir, primera ministra de Irlanda; Kaja Kllas, primera ministra de Estonia y Zuzana Caputova, presidenta de Eslovaquia. Este acto político, de gran envergadura para la mujer, es un continuará de despropósitos. En la foto oficial, hasta los colores que destacan entre los trajes grises, “están fuera de lugar”. Las otras damas, acompañantes de los mandatarios mundiales, fueron agasajadas por la reina Letizia, con pruebas de aceite de oliva, baile flamenco, una demostración de cómo se hacen las pelucas de la ópera -también asistieron a un ensayo de Nabuco– y cómo se confeccionan vestidos de teatro y se infla el vidrio. Todo un programa “feminista”. Continuará. Esta palabra gusta mucho cuando la película ha parecido perfecta o el libro magnifico. Sin embargo, las obras han de ser únicas, sin necesidad de segundas partes. En la política pasa igual. Todos los partidos quieren escribir una nueva página, pero, por más que lo deseen (¿?), no saben pasar página y volver a empezar. A veces, para entender un cuadro, hay que mirarlo continuamente, hasta que los colores entran limpios, sin mezclarse borrosos en un vértigo de vacío. Pocos entienden de pintura.  El continuismo es el protagonista mundial. Ser capaz de romper la línea recta y arriesgarse a la innovación de una curva, es tan delicado que los políticos prefieren un punto...