por Carmen Torres Ripa | Nov 6, 2022 | Artículos
-Tiene que introducirse en la pagina web. -Vuelva a la página anterior. Los datos son incorrectos. – Diga su nombre y apellidos. – No le he entendido bien. – Pulse los números de su DNI – El número no es correcto. – Marque el PIN ¿Qué página? ¡Qué Pin! Usted repite despacio, despacísimo, su nombre y apellidos. Vuelve a marcar su DNI. Piensa: ¿me habré equivocado en algún número? Va a su cartera y no, no se ha equivocado. Sigue las instrucciones. -Su DNI no existe Repite La máquina le dice que no le ha escuchado bien. Repite – Marque su PIN … Desesperado se pregunta qué Pin quiere: el del móvil, el de la Tablet o el del ordenador. Pone todos los que tiene y los que tuvo, por si acaso. Ha pasado media hora. Repite. repite la operación con los mismos resultados. Insulta a la máquina La máquina es una máquina. Pide a gritos una voz humana. Misteriosamente, después de una hora, como un ángel llegado de las nubes, un señor, que es señor y dice ser asesor, le pregunta:” ¿Qué desea?”. Se emociona al escuchar una voz que le entiende. Seguro que le soluciona su problema. Pero… “Para hacer esa operación debe meterse en la pagina web de…” Le cuelga amablemente y a volver a empezar. Pasa otra hora oyendo la voz amorfa de una especie de señorita-robot. Mira el reloj con insistencia. Desesperado, cierra el ordenador. Llega tarde a la reunión y no ha conseguido que le den la cita necesaria. Siente ganas de estampar el teléfono contra la pared. Mala decisión. Su pronto de...
por Carmen Torres Ripa | Jul 18, 2022 | Artículos
Hace seis años compré en Bilbao unos zapatos perfectos. Desde el primer día se convirtieron en mi único calzado de verano. Me daba igual la ropa que me pusiera, los zapatos eran los mismos. El año pasado, dado el deterioro de mi entrañable calzado, pensé que en internet podía encontrar unos iguales. Los encontré exactos. Pagué un precio alto y esperé. Después de tres semanas me llegaron unos zapatos, pero no los zapatos que había pedido sino unos espantosos rosas de plástico. No valdrían más de cinco euros. Reclamé y me contestaron. Si quería mis zapatos reales, tenía que volver a pagar un suplemento de setenta euros. Resumiendo, me habían timado. Seguro que usted ha vivido alguna situación semejante. Se me quedó cara de panoli y acepté humildemente el engaño. Mis zapatos están rozados por todas las esquinas, pero siguen siendo mis favoritos. Con ellos no me tropiezo ni me duelen los pies. En este momento, su estado es lamentable. Y, vuelvo a pensar en internet. Había comprado otros objetos y, de nuevo, no me iban a timar. Busqué mis zapatos, casi de Cenicienta por difíciles de conseguir. Elijo un color rojo. Esta vez no me he equivocado. Es la tienda oficial de la marca. Hago el pedido, llevada por la intuición, porque estaba en inglés. Pasan dos semanas y recibo un Burofax Premiun Online que me comunican que mis zapatitos están en la aduana porque costaban más de 150 euros. Eran carísimos, 170 euros, pero los quería más que un niño un bombón. Con mi papel Burofax voy a Correos para recogerlos y pagar lo establecido en aduanas....