Alberto Núñez Feijoo quiere repetir la historia. Una historia que dejó un regusto de fracaso. Su desesperación al ganar las elecciones y no poder gobernar, da vueltas pensando nuevas salidas.
El país está dividido desde hace años en dos grandes partidos políticos, enfrentados continuamente. Son muy pocos los votos que separan a este Caín y Abel que forman un todo disonante. Vivimos un periodo de tiempo en que los sueños vagan junto a los dos lideres. Ambos esperan ganar. Es imposible un dos en uno y recuperar una historia perdida hace más de un siglo, donde Cánovas y Sagasta protagonizaron un curioso relevo en el gobierno.
En la Constitución de 1876 se estableció el turnismo, una posibilidad de gobernar en relevos pacíficos los dos partidos dinásticos alfonsinos. Por un lado, el conservador, Cánovas del Castillo, y por el otra Práxedes Mateo Sagasta de pensamiento liberal. Los dos partidos eran alfonsinos. Al morir Alfonso XII y, durante la regencia de María Cristina, en el Pacto del Prado , que propició el turno partidista que consolidó la restauración monárquica. En el pueblo estos pactos (sin duda ilegales por la trastienda que implicaba disolución de Cortes y nuevas Constituciones) los bautizó como cristinita de Sagasta a Cánovas y cristinita de Cánovas a Sagasta. Esta búsqueda enciclopédica de la historia del país, siguió menos homogénea con los nuevos partidos que se abrieron dentro de los dos grandes frentes, En 1900 llegó el desastre de Badalona, en 1901 el estado de guerra seguido por la mayoría de Alfonso XIII, la crisis por falta de renovación, la gran huelga de Barcelona que concluyó con la instauración de la Republica, Los partidos resquebrajados -la oposición republicana, el anarquismo, el socialismo, el carlismo -debilitaron el poder. Los escritores lloraron -la Generación del 98- las perdidas de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y los archipiélagos de Micronesia. Después llegó el gobierno de Largo Caballero y… En las enciclopedias encontrarán la continuación.
Como hoy, los dos partidos mayoritarios no se sostienen solos, los partidos minoritarios quedaban fuera, como meras comparsas -pero muy decisivas- para formar gobierno. Parece ser que el monstruo de las siete cabezas es Vox. Nadie quiere gobernar con Vox. Pero sin Vox las cuentas no salen y menos si el PNV insiste en que no entra en ese gobierno.
Feijoo, casi desesperado y sin poder dominar sus gestos, propuso puntos para un posible gobierno, sin terminar de eliminar a Pedro Sánchez, al que le propone un gobierno de dos años del PP y otros dos años PSOE. Habría que inventar otra palabra, como cristinita de Feijoo y cristinita de Sánchez. Los pactos políticos de hace más de cien años.
Las conversaciones siguen, los acuerdos no llegan. Pasa el tiempo. Mientras, en el horizonte se ve nublosa la posibilidad de unas nuevas elecciones. Un propuesta que a los votantes -estoy incluida- les ha puesto el grito en el cielo. Después de fastidiarles el verano, la Navidad puede estar en peligro.
Empieza septiembre temblando. Los niños vuelven al colegio, emocionados el primer día, y cansados de actividades extras el mes que viene. Los padres intentan ajustar de nuevo la economía -cada vez más endeble- para comprar uniformes, ropa de deportes, zapatos, libros y mensualidades escolares. Septiembre siempre ha sido un mes con mal fario, un mes que también huele a suspensos y recuperaciones. El regreso de vacaciones viene acompañado de una melancólica depresión. La mentes pensantes siguen dando vueltas . Los dos lideres quieren vivir en la Moncloa. Uno no desea irse y el otro fantasea de día y de noche con cruzar esa puerta como presidente.
Estamos viviendo unos momentos complicados. En el deporte la historia de un beso, en el cielo confusión entre lluvia o sol. Poca calma en el ambiente.
He leído una frase de Paulo Coelho muy apropiada para este solsticio de otoño. Sería muy emocionante que en la calle Génova y en la calle Ferraz, se pusiera un poster en la entrada con estas palabras: “No hay mejor momento que el otoño para empezar a olvidar las cosas que nos molestan. Dejar que se suelten de nosotros como las hojas secas, pensar en volver a bailar, disfrutar cada momento de sol que todavía calienta el cuerpo y el espíritu con sus rayos, antes de que se valla a dormir y se convierta en una débil bombilla en el cielo”.
Amen, amén y amen.