No a la guerra

De nuevo estamos en guerra. Pero ¿cuándo hemos tenido paz? Ahora es Ucrania, antes ha sido Afganistán, Yemen, Siria, miles de aldeas y pueblos de África y Asia. Siempre hay guerra, siempre hay volcanes que se enfadan con la tierra y, siempre, nos olvidamos de los que están (siguen estando) debajo del volcán. No se han solucionado sus problemas, pero somos olvidadizos y nos ponemos al frente de un nuevo proyecto que no va a ningún sitio. “No a la guerra”. Cuántas veces hemos dicho las mismas palabras. Cuántas veces hemos ido a manifestaciones pidiendo paz, reivindicaciones feministas, libertad en el amor. Cuántas veces hemos pedido ayuda para los refugiados. Cuántas veces nos creemos profetas en una tierra de nadie. Cuántas veces hemos criticado a los políticos. Cuántas veces hemos gritado contra la corrupción. Cuántas veces… Miles de veces. No sé qué podemos hacer, porque juntos hemos hecho este mundo distorsionado donde gritamos paz y miramos, por encima del hombro, a todos los indigentes que van aumentando en nuestra vida cotidiana. Sé escribir, pero no sé solucionar. El mundo no ha cambiado y nosotros tampoco. Napoleón puede ser Putin y Robespierre el presidente de los EE.UU. Lo único que cambia son los vestidos y los decorados. Somos la multitud desgreñada y chillona que estaba en la Bastilla. Somos los que asistimos impasibles a un “juicio de Dios” donde quemaban vivo a un inocente por no besar una cruz. Seguimos asistiendo a sacrificios de fuego de periodistas, lo único que han hecho es informar de las atrocidades que veían y, a esos corresponsables valientes, les pagaban sueldos de becarios. Somos...

Los papelitos de Gervasio para nuestras almas

Cuentan en Tenerife que había un cura, don Antonio, que necesitaba dinero para hacer una residencia de ancianos y se le ocurrió parcelar el cielo. Un trozo de cielo se podía comprar por equis pesetas, uno más grande por tanto y así cada lugareño –con certificado- creyó tener un trocito de cielo. Pienso que las fotos de Gervasio son trocitos de cielo. Mirándolas sentimos que el corazón late más fuerte y por un momento queremos ser mejores, porque el dolor es una llamada de atención para todos los que permiten la guerra. Hay guerra porque la paz no interesa. Cerca de donde estamos se fabrican armas. Mientras los gobiernos hablan de paz, se potencia la guerra. Todas estas cosas las ha dicho Gervasio Sánchez en numerosos artículos y fotos con madres y niños sin piernas por pisar un campo de minas. Pero aquellas caras estaban lejos: los Balcanes, Etiopia, Afganistán… Qué ingenuos somos. La Asociación de Prensa de los Periodistas Vascos, en la edición de este año 2017, ha entregado el Premio Libertad de Expresión José María Portell, al periodista Gervasio Sánchez. Un hombre que nació para ser periodista. Desde niño sus ojos miraban el mundo de otra forma, con ansiedad, como un bebé que añora con urgencia el biberón a su hora, Gervasio empezó a buscar la forma de hacer realidad su sueño. Pasó su primera infancia en Córdoba. Sus padres, de condición humilde, emigraron a Cataluña, con 11 años fue cartero en Hospitalet -«he matado al Sr. Franco en forma de sello mil veces”-, con 15 años fue camarero en un chiringuito y al fin pudo pagar sus...

Los años te ayudan a poner los pies en el suelo después de caminar muchos años por las nubes.

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Estamos todos temblando en el aire y no tenemos ni idea de quién es el amigo, el enemigo o el futuro santo.

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