El beso

Hace veinte años, el beso efusivo del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, hubiera pasado sin pena ni gloria. Las mujeres estábamos poco preparadas para quejarnos. Ahora vamos escalando peldaños por nuestros derechos, aunque –dichosa política– hay partidos que siguen negando estos derechos y, además, aseguran que la violencia de género no existe Es uno de los cuadros más famosos de Gustav Klimt y está como póster en talleres, estudios, habitaciones y portadas de libros. Tener El beso cerca nos emociona y nos llena de romanticismo y ternura. Pero, hay otro beso menos evocador. Pienso -igual usted también-, en la precariedad de la política. En la erótica -una erótica obscena- del poder. Salgo de la lista de articulistas que suman y restan vaticinios presidenciales. Me veo echando mi voto en una absurda urna dónde no va a salir mi posibilidad. Una posibilidad remota y variable como el aire. También votaron -me imagino- Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Futbol, y la jugadora Jenni Hermoso, campeona del equipo femenino ganador de la copa del mundo. Igual los votos no fueron distintos. Jenni, una mujer progresista y defensora -con enorme éxito- de la mujer en el deporte, quiso manifestar -y lo ha hecho- el poder de la mujer en todos los campos de la sociedad. Al margen de votaciones, lo ha logrado. Imposible no unirme a la repulsa a nivel mundial de la curiosa felicitación del Sr. Rubiales a la joven deportista. Pensaba escribir de los imposibles pactos, legales e ilegales, para llegar a la Moncloa y, sin embargo, al poner los dedos en el...

Pablo, Pablo González

Querido compañero, Pablo: Tu nombre y tu recuerdo ha estado -y está- en el pensamiento de los periodistas vascos. Nos hubiera gustado verte recogiendo el Premio Libertad de Expresión José María Portell. La Asociación y el Colegio de Periodistas Vascos, decidimos que tú eras, si duda el premiado en esta edición 2022. Algunos no sabrán que estás injustamente encarcelado en Polonia. Te arrestaron cuando ibas a escribir tu crónica sobre lo que pasaba en Ucrania. Llevas ocho meses incomunicado y sufriendo continuas humillaciones. Es vergonzoso. Tu mujer, Oihana, fue un soplo de tu presencia y sentimos en sus palabras un rumor de sufrimiento. Fue tu voz en Bilbao el martes, 8 de noviembre. Pablo, lo sabes, elegiste la profesión más bonita del mundo, pero también la más difícil y arriesgada. Oihana me decía que tu hijo pequeño de 7 años, te pregunta: ¿Dónde está papá, en el sitio que está no hay teléfonos? Tú mujer ya no sabe qué inventar para tranquilizar al niño. Los otros dos -mal que bien- con 10 y 15 años pueden entender, sin comprender, algo. Me da miedo -me confesaba- que lleguen estas Navidades y él no esté. Crearé otra historia para que imagine que su padre es un guerrero, el más valiente de “El señor de los anillos”. Los periodistas, como sabes, nos hemos hecho periodistas para contar lo que vemos, el sufrimiento o la alegría de los demás. Difícilmente pensamos que nuestro nombre sea una de las más importantes noticias de los medios de comunicación. Tú, por querer informar, te encontraste en una rocambolesca situación. Oihana me contó que, cuando un periodista...

Camila y Carlos

Le llamaban el príncipe de las tinieblas porque, como Drácula, salía de noche para reunirse con su amante. Eran dos infieles enamorados que, ya casados, entraban asustados, esta semana, en su nueva casa. Traspasaron las verjas del castillo solos y vestidos de negro. Camila llevaba un colar de perlas y Carlos muchas lágrimas sin derramar. Nadie está preparado para quedarse huérfano. Una multitud con flores los acompañó hasta la puerta. Después el silencio. Su larga historia de amor empezó el 8 de septiembre, cuando la soberana inglesa se fue al más allá y, ellos, se convirtieron en reyes Alrededor de la pareja hubo muchos rumores, tristezas y desacuerdos de estado. Quizás ahora vendría bien la frase del poeta “Quien mas te haga sufrir, también dejará la herida que más tarde se cicatrizará”. Camila, ya no tiene lágrimas; con su matrimonio ha llegado a las nubes. Estas historias de reyes y princesas tienen un amargor de victimismo. Los dos amantes, tuvieron que estar divorciados para poder casarse civilmente. Se conocieron cuando el príncipe tenía 20 años (todo lo sabemos por la serie The Crown), y el amor fue, como en las novelas románticas, instantáneo. Es bonito pensar que su leyenda real fue una casualidad -en un partido de polo-, pero, como las casualidades no existen, aquel día fue muy temprano para el amor, tuvieron que vivir cada uno su propia historia. Camila se ha adaptado a ser una mujer pública y se ha  ganado, paso a paso, a la dinastía más añeja del mundo y al pueblo más desconcertante. Después de tantas malas caras, ahora los dos están coronados como...

Otra vez el mediador

El rey de los mediocres puede llegar a ser el dios del universo. Si miramos uno por uno los países que dominan la política, detrás de cada democracia geográfica hay una cara que no dice nada. No es guapo ni feo, triste o alegre, ocurrente o audaz, simplemente, es mediocre. Ponga un mediocre en su vida y llegará lejos. Así hemos conseguido que Europa se tambalee por la falta de cohesión. Al margen de ideologías, íntimas y dignas, creo que la unidad es lo único que nos puede hacer fuertes. La unión hace la fuerza, es un slogan tan antiguo como el hombre y sigue funcionando. Un soldado no gana ninguna batalla solo, por muy digno que sea el objetivo. Tampoco un ejército numeroso sin un buen capitán que dirija a los soldados al combate. Hablo en abstracto, pero cada lector sabrá poner cara a las palabras. Según pasan los años y me veo en el andén del final del trayecto, me doy cuenta de que las personas valientes, inteligentes y únicas, nunca han sido mediocres. Estoy leyendo la vida de Steve Jobs y en cada suceso de sus pocos años hay una idea de superación. Cuando le anunciaron su cáncer y el poco tiempo que le quedaba, Steve se puso a trabajar más fuerte y dedicó a sus colaboradores las palabras más bonitas de su vida, sabiendo que su vida tenía el fin ya escrito. En numerosos artículos y entrevistas de famosos, encontramos esa pregunta de, qué-haría-si-fuera-su-último-día. Las respuestas son tan variopintas como divergentes. Creo que esa cuestión, tan desconcertante y difícil, tendría que hacerse a los políticos...

Las concertinas de Venezuela

HACE muchos, muchos años, tantos que ni me acuerdo, estuve en Venezuela. Conocí una Caracas caótica para conducir en coche y el mayor aeropuerto de aviones privados del mundo. Estaba invitada a almorzar en casa de unos vascos exiliados y, como en todos los países y casas del globo, la TV estaba en un lugar de honor. Allí, al lado de La Guaira, mientras comía una bolita de una especie de pan típico, las migas se me cayeron de la boca. En la pantalla aparecía el rey Juan Carlos abucheado en la casa de Juntas de Gernika. Me pareció una especie de cómic o un corta y pega de broma. Ahora es Venezuela la que no me permite ver sin espanto la situación que viven. Desde entonces, he seguido los vaivenes de un país que no terminaba de asentarse en su tierra. Movedizo, iba cambiando de presidentes mientras los venezolanos -a mí me parecieron pacíficos- iban aceptando a sus mandatarios con la calma obligada, a veces querida y otras no querida, que supuestamente habían elegido. Cuando Nicolás Maduro subió al poder, el mundo se enteró de que había un señor que gritaba mucho y hablaba continuamente de un país bolivariano en el que mandaba. Nicolás Maduro fue la gran incongruencia de América del sur. Un reyezuelo que no permitía que nadie viera su castillo ni osara abrir una ventana para ver qué pasaba dentro. Venezuela, que había sido el país rico de América Latina, se encuentra ahora sumida en la pobreza. El chavismo trajo a Venezuela todos los errores de la economía: corrupción, deuda pública, criminalidad, tráfico de cocaína, miseria e...