A yo

A yo

Los libros de autoayuda nos llenan la cabeza de palabras bonitas que, al fin, quedan en palabras.

Tú lo puedes todo.

No lo puedes todo.

Sé lo que deseas ser.

Frase preciosa con difícil continuidad.

Has venido al mundo para se feliz.

Al mundo le da igual mi felicidad.

Vive el hoy y el ahora.

Necesito antes un borrador que haga desaparecer el pasado y los problemas que han quedado.

Que tú sí sea un sí.

Genial aunque en ocasionas te equivocas.

Ve dónde el corazón te lleve.

Pues el corazón entiende poco a la razón.

No te tengas pena, eres la mejor del mundo.

Sabes que no es verdad.

El futuro lo haces tú.

Y ¿el pasado también?

Para tener éxito, tu deseo de alcanzarlo, debe ser mayor que el miedo al fracaso.

He pensado, a veces, que era valiente, y al dar la vuelta a la esquina me caigo y me llevan a urgencias.

No busques los errores, busca un remedio.

¿Lo venden en alguna tienda?

No dejes que el miedo se interponga en tu camino.

Y, ¿si un ratero, te da un tirón , te roba el bolso y, de paso, te da un empujón contra un contenedor y te rompes la cadera?

Siempre parece imposible hasta que se hace.

No se imagina la pereza que me ha dado empezar este artículo

Haz de cada día una obra maestra.

Imposible que alguien considere perfectas estas líneas. Piensa, sueña y atrévete.

Mi madre decía que yo estaba todo el día subida en un guindo, es decir en la luna.

El mejor momento es ahora.

¡Cuántos ahora tiene cada día!

Transforma tus heridas en sabiduría.

No puedo calmar mi dolor de piernas, y lo quiero con toda mi alma.

Le edad no es barrera, es una limitación que pasa en tu mente.

Oteiza me decía: ¡qué rabia tener una cabeza joven en un cuerpo de viejo! Y dio un puñetazo que casi rompió una mesa.

Si puedes soñarlo, puedes hacerlo.

Lo más que consigo es que un señor que se llama Rafa (me encanta su comentario) me diga qué bueno el último escrito. Hay otros, más despistados que te dicen, el de ayer. Y te das cuenta de que habla de uno del año pasado. El conocimiento es poder.

Para mí es satisfacción personal.

Solo puede ser feliz siempre, el que sabe ser feliz siempre. Me he perdió el mensaje.

El éxito es la suma de pequeños esfuerzos que se repiten día tras día.

Y sigo apuntado frases de escritores geniales que posiblemente hayan conseguido lo que dicen. Hubo un tiempo que apuntaba citas en un cuaderno para recordarlas, al cerrar el bloc se me olvidaba y dejaba las palabras cerradas, alborotándose unas a otras.

Escribo en el ordenador y pienso en el barullo de deseos, un barullo de consejos divinos que me encantaría hacerlos posible. Doy vueltas y vueltas.

Suena el teléfono. Es mi hijo, que me manda un video corto de mi nieta Carola. A la insustancial pregunta de que “¿a quién quieres más?”, Carola, sin inmutarse, contestó: A yo, y siguió jugando.

Carola, aún no tiene tres años y ha dicho en tres letras la sabiduría que debemos ir emprendiendo con los años.

A los niños les obligamos a mentir, como a mi nieto, José Mari. El día de su Primera Comunión el cura le preguntó ¿quién es tu mejor amiguito, el que más quieres?. A Álvaro, dijo sin dudar. El sacerdote esperaba una respuesta contundente: a Jesús.

Al salir de la iglesia mi nieto estaba preocupado. Abuela, me he equivocado, es a Iñigo.

Y así, seguimos mintiendo y enseñando a mentir, hasta que Carola dice la frase perfecta. ¿A quien quieres? A yo. Después de leer tantas sentencias rimbombantes, inteligentes y bonitas, lo más importante es que usted se quiera y quiera a su yo. Solo de esta forma, podrá adaptar cada frase -si se acuerda- al momento.

Quererse así mismo con naturalidad. A yo. Hay que sentirse guapa para yo. Hay que hacer ejercicio para yo. Darse mimos para yo. Comerse un helado de fresa porque le apetece a yo y, de vez en cuando un bombón porque el yo necesita placer.

Mi Carola me mira desde una foto, con chupete en la boca y cogida a su mantita pequeña terminada en pez. Un pez, que no deja meter en la lavadora por si se pierde en tanta agua. Sus ojos divinos -aun no sé que color son: verdes, azules, avellana…el arco iris entero- dicen más palabras que los gurús orientales y los santos católicos.

Carola es feliz porque quiere a yo.

Para quererme esta mañana he ido a comprar flores -mi pasión más profunda. Me han envuelto una preciosa hortensia y me he quedado mirando un ramo, ya preparado, de peonias rosas. Son mis flores favoritas -le digo a la señora maravillara de Allende. “Creo que usted, viendo entre flores, no puede dejar de sonreír”. Y, cuando voy a salir por la puerta, me dice: “Espere, tengo un regalo”” Y envuelta en un papel de seda, veo una peonía blanca divina. Me he emocionado tanto que le he dado dos besos. Había acertado “A yo” le apetecía una peonía, mi flor favorita. Al volver a casa pensé en mi frase: las casualidades no existen. Si esta mañana -llovía a cantaros-no hubiera salido, no tendría ahora, al lado del ordenador, la flor que yo quería regalarme.