Camila y Carlos

Le llamaban el príncipe de las tinieblas porque, como Drácula, salía de noche para reunirse con su amante. Eran dos infieles enamorados que, ya casados, entraban asustados, esta semana, en su nueva casa. Traspasaron las verjas del castillo solos y vestidos de negro. Camila llevaba un colar de perlas y Carlos muchas lágrimas sin derramar. Nadie está preparado para quedarse huérfano. Una multitud con flores los acompañó hasta la puerta. Después el silencio. Su larga historia de amor empezó el 8 de septiembre, cuando la soberana inglesa se fue al más allá y, ellos, se convirtieron en reyes

Alrededor de la pareja hubo muchos rumores, tristezas y desacuerdos de estado. Quizás ahora vendría bien la frase del poeta “Quien mas te haga sufrir, también dejará la herida que más tarde se cicatrizará”. Camila, ya no tiene lágrimas; con su matrimonio ha llegado a las nubes.

Estas historias de reyes y princesas tienen un amargor de victimismo. Los dos amantes, tuvieron que estar divorciados para poder casarse civilmente. Se conocieron cuando el príncipe tenía 20 años (todo lo sabemos por la serie The Crown), y el amor fue, como en las novelas románticas, instantáneo. Es bonito pensar que su leyenda real fue una casualidad -en un partido de polo-, pero, como las casualidades no existen, aquel día fue muy temprano para el amor, tuvieron que vivir cada uno su propia historia. Camila se ha adaptado a ser una mujer pública y se ha  ganado, paso a paso, a la dinastía más añeja del mundo y al pueblo más desconcertante. Después de tantas malas caras, ahora los dos están coronados como rey y reina consorte. El marido de la reina Isabel tubo un titulo menor, príncipe consorte. Según la tradición familiar, a los esposos de las reinas se les reconocerá como príncipes consortes. Las únicas que tendrá titulo real son las mujeres de los herederos al trono. Pienso que el nuevo rey, si tuviera la magia de comenzar su vida, rebobinaría el pasado para poder encontrarse antes con su amante. Dicen que Carlos lloró la víspera de casarse con Lady Di, la princesa adorada y aparentemente perfecta. En otra habitación, casi a la misma hora, Lady Di encontró un brazalete de oro que iba a regalar su próximo esposo a su amante, con dos letras grabadas G y F (Gladis y Free, sus nombres en la intimidad) Ninguno de los dos fue fiel, aunque ahora se pinten de rosa las páginas de la historia.

Oscar Wilde decía que uno debería estar siempre enamorado por lo que uno no debiera casarse, aunque Frida Kalo -eterna sufridora-, afirmaba “cásate con quién te mire como si fuera magia”. Parece ser que Carlos III siempre miró así a Camila, hasta que después de 17 años la hizo su esposa.

Una autentica historia de amor que ha durado muchos años. Camila no es guapa, ni glamurosa pero lo que se hace enamorado está lejos de los principios humanos del bien o el mal. Ahora cambiará su casa de Clarence Hause, antigua  residencia londinense de la reina madre, por el palacio de Buckinham y los fines de semana vivirán en el castillo de Windsor, el mayor castillo del mundo.

A los nuevos monarcas, casi todo Londres les pertenece. Su fortuna es una de las más grandes del mundo. Camila, podrá ponerse cientos de brillantes, diademas, sortijas y pulseras de oro y platino. El joyero real está valorado en mas de 300 millones de euros; además, castillos, coches, caballos y hasta las hamburgueserías Mac Donald. Posiblemente, lo que más sorprenda a Camila -no sé si será romántica-, es ver la cadencia serena de las aves de la realeza. 32.000 cisnes blancos que nadan por el Támesis. Desde el siglo XII son propiedad de la casa real. Posiblemente no puedan pasear por la orilla para ver su belleza, pero al anochecer, Camila pueda heredar, también, las costumbres de su majestad: tomarse una ginebra con limón antes de ir a dormir.

Decía Becker que el amor es un misterio” todo en el son fenómenos a cual más inexplicables; todo el es ilógico, todo en él es vaguedad y absurdo”. Pues, Julián Marías que se ha ido estos días con la reina Isabel II al más allá dejó escritas unas palabras abrumadoras: “Hace ya bastantes años descubrí con asombro que en las enciclopedias recientes no aparece la palabra amor; tampoco aparece felicidad o vida fuera de su sentido biológico. Solo hablan de cosas, y a esas realidades, a caso más reales, no son cosas”.

En fin, Camila ha ganado el premio gordo de la lotería. Una “cosa” que secretamente esperaba desde que conoció a un joven que podía ser rey. Cosas que pasan, cosas que algunos llaman felicidad.