Las otras manadas de la India

Mujer, no eres sólo obra de Dios; los hombres te están creando eternamente con la hermosura de sus corazones, y sus ansias han vestido de gloria tu juventud.
Por ti labra el poeta su tela de oro imaginario; el pintor regala a tu forma, día tras día, nueva inmortalidad.
Por adornarte, por vestirte, para hacerte más preciosa, el mar da sus perlas, la tierra su oro, su flor los jardines del estío.
Mujer, eres mitad mujer y mitad sueño.

Crecí envuelta en los versos de Tagore. Creo que me dediqué a escribir porque sus palabras llenaron mi mundo de sueños. Con esos sueños he imaginado la India como un país de sedas, colores ajorcas y lunas. Mi asignatura pendiente era viajar a la tierra de mi poeta favorito. Pero recientemente me he enterado que hay abundancia de manadas en esa tierra. Las manadas de la India son distintas de las de aquí, pero también manadas perversas. Una mujer –lo habrá leído en mil novelas y reportajes- tiene la obligación de casarse con el hombre elegido por su familia. Una familia que puede vender con toda tranquilidad a su hija de 10 años a un señor de 60 para su disfrute. Si la mujer rechaza al marido –ya es suya- puede violarla y puede permitir que la violen sus amigos en grupo. Estas manadas “legales” convierten a las mujeres en trabajadoras del campo y de la casa y en esclavas sexuales. Yo desconocía las manadas de violación en grupo.

Las sedas hindús no brillan con el fulgor que mi imaginación adolescente creía. ¿Dónde está mi Tagore que pensaba: mujer, eres mitad mujer y mitad sueño?

 *Puede ser su hija

Esta preciosa, es una adolescente que acude a una de sus primeras salidas nocturnas. “Pásalo bien, cariño”. Y usted se queda tranquilamente sentado viendo la tele. Su niña se va en el metro para reunirse con un grupo de amigos. Son todos jóvenes, beben y ríen, cuentan chistes algunos se achuchan, hay papelinas y los porros se pasan con naturalidad. Un chico –quizás un poco mayor- le dice a su hija que tiene 15 años, un piropo un poco subido de tono que le hace sonrojar, pero como es muy guapo le deja que le pase la mano por el hombro y bebe un trago de su vaso de plástico –todos tienen vasos de plástico y hacen botellón, es lo normal- La niña se deja acunar en los brazos fuertes del chico. Mira el reloj, ya es tarde. El chico se ofrece a llevarle a casa. La joven tiene miedo de volver sola hasta la estación del metro y así la va acercando hasta un supuesto aparcamiento de coches. Allí no hay ningún coche, se asusta al ver a cuatro chicos más en la oscuridad con pitillos encendidos y una farola a lo lejos. Buscando protección, se agarra al chico que le lleva cogida por el hombro. Se siente segura con su chico guapo, pero nota en la tripa una sensación de peligro. Es la manada que a “la muy zorra” la dejará al amanecer con la ropa destrozada, llena de golpes, sangre y semen.

Según los estudios sobre el tema de abusos sexuales, el 80% y 90% de los violadores tiene pleno uso de sus facultades cuando cometen los abusos sexuales.

Ignoro en qué momento hemos ido perdiendo la dignidad colectiva. Dicen que el WhatsApp ha cambiado las costumbres de los jóvenes.

Quizá.

Cuando el tema se ve cerca, es posible que seamos capaces de entender que este mundo -nuestro mundo, nuestra ciudad, nuestro país- ha perdido los papeles. Se educa a la mujer –no somos ni conscientes de esta tragedia- para ser disfrute del varón. Para que ese varón pueda desfogar sus instintos, porque la sociedad está así organizada, por eso los hombres necesitan prostíbulos. Creo que también merecen la cárcel los que pagan por el sexo. ¿Quién habla de legalizar la prostitución? ¿Por qué? Sí, tristemente los caballeros necesitan más mujeres. La trata de blancas ya ni sorprende. El tema no hay por dónde cogerlo.

*Las santainés

Cuentan las historias sagradas que Santa Inés murió mártir por defender su pureza. Evidentemente es un rocambolesco embrollo, porque no explica antes que un señor la violó y después la mató. Ahora hay muchas santainés que viven situaciones semejantes y tienen que detallar minuciosamente ante un juez –si se atreven a denunciar al violador- lo que la hicieron, por dónde le tocaron, cómo fue la penetración, si se resistió suficiente, si provocó a sus agresores y mil etcéteras vergonzosos para la víctima que han hecho que durante años la mujer se calle por no atreverse a denunciar de los agresores por miedo a las represalias – de padres, esposos o manadas-. Mientras, los amigos y papás de los agresores –lo estamos viendo estos días en TV-, aseguran que sus hijos son muy buenos, gente incapaz de hacer actos impúdicos y, aun viendo lo videos donde sus hijos son protagonistas de la película, niegan horrorizados los hechos. “Seguro que ella –es decir, la joven violada- quería vivir una experiencia de sexo en grupo”. Gangbang se llama esa perversión. Usted seguro que ni sabe que es eso. Gangbang es una orgia de sexo con una mujer y varios hombres violándola por turnos. Una mujer –consciente o inconsciente, las drogas son de uso común entre los adolescentes- sufrirá las agresiones del grupo de pervertidos. Esos que luego dirán entre risotadas “La muy zorra, se echó las manos a la cabeza y cerró los ojos. Cuando los abrió se encontró con cinco pollas delante”. Son palabras textuales de una manada de cerdos que han violado a una chica normal, una adolescente, como su hija, que sale de noche y quiere pasar un rato con sus amigas y amigos.

El después de una violación es tan duro que muchas mujeres guardan silencio. Denunciar una agresión sexual es un calvario. Imagínese si además no es uno solo el agresor sino un grupo de pervertidos. Unos pervertidos que se burlan y encima, para presumir de su hombría, lo gravan en video. “Mira, mira, este soy yo ¿te das cuenta cómo le cojo la teta y…?” Cuando pasa el sopor del alcohol y las drogas. Dirán todo es mentira y al fin “fue ella quién nos provocó”.

*Toma el dinero y calla

Felizmente el silencio ancestral se está rompiendo. Hollywood ha destapado este tabú que se había extendido a todos los estratos de la sociedad. El abuso a la mujer era lo normal para poder ascender en el trabajo –“pasar por la piedra”, se decía-, y el cine era un reino para algunos poderosos del séptimo arte: Harvey Weintein, Kevin Spacey, Dustin Hoffman y tantos van saliendo como violadores. Numerosas actrices famosas como Gwyneth Paltrow, Angeline Jolie, Ashley Judd… han denunciado agresiones. Algunas ganadoras de Oscar se han arriesgado valientemente a dar nombres de los directores que las condujeron a la fama pasando antes por la cama.

Hasta ahora era considerado un secreto vergonzante decir lo que ocurría: “Toma el dinero y vete” o “Toma el Oscar y a callar”.

El silencio se ha roto.

Me imagino que, al margen de mis sueños, pasará lo mismo en los estudios de Bollywood.

Ahora ¿qué ocurrirá con los violadores? En el Código Hammurabi (1760 a.C) se sancionaba con la muerte, en el antiguo Egipto la violación se castigaba con la castración, en la ley Julia romana, tipificándose dentro de la ley de las XII tablas, bajo el título de inuria se condenaba a pena de muerte o exilio con confiscación de bienes al violador. En la Edad Media, la moral se relajó y tuvo que ser el pueblo el defensor del honor como en Fuenteovejuna. La Revolución Francesa restauró el orden con la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, aquí nos regimos por el Código Penal de España.

Quiero pensar que todo lo que está ocurriendo es un mal sueño. Tagore, mi poeta, decía “Si cierras la puerta a todos los errores también la verdad se quedará fuera”. Debe ser cierto.

Por fin se están abriendo los secretos vergonzosos.