Un día sin política, Manuel

He pensado que un regalo colectivo a la comunidad sería dedicar un día exclusivo a la no política. Un día sin política. ¿Se lo imaginan? 

…Y le pusieron de nombre Emmanuel, el enviado. Mi padre, mi hermano y mi sobrino se llamaban igual – Manuel- y el día 1 de enero, al dar las doce campanadas, les felicitábamos –a mi sobrino seguimos haciéndolo- atragantados de uvas. La historia, la religión, la verdad, la imaginación. ¿Qué queda? Me lo pregunto muchas veces al ver en mi biblioteca la Biblia. Una Biblia muy hermosa que me regaló el padre José Ramón Scheifler hace muchos, muchos años. Está muy desgastada de tanto usar. Sí, he leído la Biblia. Y con detenimiento; asustada, emocionada y hechizada según el libro. Hoy recuerdo pasajes como si fueran un cuento oriental de las mil y una noches. La poesía carnal del Cantar de los Cantares de Salomón, la ternura enamorada del libro de Rhut, los Salmos de David, las gestas del Génesis, la precisión de las leyes del Levítico… Y ¿sabe qué pienso? Es la leyenda de la Humanidad, con un Dios cruel, despóticos y caprichoso. No hay ni una gota de amor, solo castigo y rencor. Ordenes implacables, un mundo inundado por las aguas, una ciudad quemada, un padre obligado a matar a su hijo, un patriarca que abandona a su mujer para unirse a una esclava que le dé un hijo y un caprichoso Dios que. poco después, hace el milagro de su mujer que ha pasado la menopausia engendre un hijo. ¿Dónde está el Dios misericordioso? El Dios que perdona y ama. En el Antiguo Testamento no está. No está en el harén de David, ni en el lecho de Salomón y la reina de Saba. Tampoco está en Dalila, ni en Judit que por su pueblo seduce y mata a Holofernes.

Dios empieza a ser Dios con Jesús. El día que llegó Emmanuel, el mundo cambió. Envuelto en nubes de sueño y fantasía llegaron los Magos con especies, oro y mirra. El cielo también cambió la dirección de las estrellas y los cencerros de las ovejas hicieron un silencio largo. Algo misterioso había ocurrido. El después es un canto a la vida, a la belleza, a la mujer y a la felicidad. Jesús de Nazaret dejó la Biblia, los preceptos y la prohibiciones de Dios. La Nueva es la gran noticia, pero al final la historia se tiñe de sangre porque tenemos el corazón duro como los escribas y fariseos. Sigo sin entender a Dios. Creo que le da igual ser entendido porque no sabemos nada del más allá. Simplemente nos fiamos. Creemos que alguien que está y no está a nuestro lado nos quiere. Alguien que es y no es va a llevarnos a un lugar que ni ojo vio ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para los que le aman. ¿Qué es amar a Dios? ¿Dónde está Dios? Creo que Dios está donde tus ojos te lleven.

Me miraré en tus ojos, Dios. Y así creeré en la visita de los Reyes Magos. Todos somos un poco Reyes en los sueños del 6 de enero. Los Reyes, esos Reyes que nos van a traer los deseos del año. Mágicamente sabemos que dentro de cada uno de nosotros hay un mago más real que todos los escritos en las leyendas. Somos nosotros mismos los que disfrazamos nuestra humildad cotidiana en capas de raso y coronas doradas. Somos nosotros los que comemos el turrón y bebemos las copas de champán que nuestro hijos han puesto para los Magos. Somos nosotros los que removemos la paja del balcón para que descansen los camellos. Todo es posible. Que el Olentzero suba  y entre por una ventana de un quinto piso y que los camellos se paseen por una terraza. Nosotros sonreímos y dormimos con beatitud. Esa noche de Epifanía somos lo que nuestros hijos quieren que seamos: generosos, buenos y olvidadizos.

Y ahora vuelve la realidad cotidiana. La de siempre. Esa deliciosa rutina que coloca en orden  nuestra imaginación. No nos ha tocado la Lotería pero  hemos sido felices. Tenemos algún kilo de más pero empezaremos un nuevo régimen para el próximo verano entrar en el traje de baño. Enero es un mes bonito que sigue conservando los lazos y las flores rojas de Pascua. Al recoger el nacimiento y las bolas del abeto, las campanillas de plata nos dejan en el aire un tintineo gozoso. Todo ha terminado y estamos contentos con la rutina. Nuestra casa recobra la calma decorativa. Al fin siempre acabamos un poco cansados de lucecitas y platas doradas.  En estos días pasados nuestro corazón ha ido de un lado a otro intentando acompasarse a las continuas campañas de solidaridad. También estamos un poco hartos de que nos estrujen los sentimientos. Cada día esta dedicado a un tema: la infancia, el cáncer, el hambre, las enfermedades de columna, las de circulación… Es como si no tuviéramos un día libre. Mi cabeza ha dado unas cuantas vueltas al sentirme cruel por no dar dinero a cada mendigo que me pide caridad con voz lastimera. Nunca sabes quien dice la verdad y quien finge. Pero la culpa nos queda y nos avergonzamos de nuestras bolsas llenas, aunque no siempre lleven regalos sino detergente para lavadora.

Quiero –y usted también- calma. Mi corazón necesita calma en mi casa y en el entorno. He pensado que un regalo colectivo a la comunidad sería dedicar un día exclusivo a la no política. Un día sin política. ¿Se lo imaginan? Encender la TV y oír hablar de inventos, paisajes, viajes, música, pintura, plantas y flores, cine, artistas geniales y buenos secundarios, películas inolvidables… Que en la radio no haya ni noticiarios ni tertulias. Y en los periódicos no apareciera ni Rajoy, ni Aznar, la Cospedal, Obama o la Markel. Mirar las páginas y no encontrar a Bárcenas, tramas Gürtel, Urdangarín, reyes convalecientes o Sorayas mirando al cielo indiferentes.

Lo sé. Es imposible. Técnica y humanamente imposible. Nuestro mundo no funciona sin ese engranaje diariamente engrasado de la política. No sabríamos qué hacer sin poder hablar de los políticos. No les digo nada si, por un casualidad, uniéramos cotilleo a política. La verdad es que la vida sería imposible sin la princesa del pueblo, los hijos de la Pantoja, la eterna juventud de Isabel Presley, la duquesa de Alba y su amado, las ediciones millonarias de los libros de Jorge Javier Vázquez, los modelos de Letizia y los amores de Alaska y su especial marido… La vida no tendría sentido sin estos personajes que nos han escrito el guión diario de la actualidad.

En fin, estoy soñando con un mundo que no existe ni puede existir. Se ha terminado la magia de Navidad y quizás tenemos que volver a hacer la relectura de qué quiere decir Navidad y por qué la Navidad. Entre tanto turrón y pavo nos hemos olvidado que hace 2014 años nació en Belén Jesús y cambió con su palabra la crueldad anterior de los dioses. Dicen que igual no existió Jesús. ¡Y qué me dicen de Cesar, Nefertiti. Homero… Existir o no existir es una circunstancia que nada tiene que ver con la gran noticia. Sus palabras son eternas. Hombre o Dios marcó el rumbo de la historia. Fue y es el Enviado. Manuel.