¡Atención!: Volveremos y Resucitaremos

El movimiento del Valle de los Caídos ha debido ocasionar un terremoto mundial con claras muestras de milagro –o maldición divina, la lectura es libre-. Franco ha resucitado y con él la santa campaña que andaba perdida entre las brumas gallegas… Franco ha resucitado y, con él, los dictadores del pasado: Trujillo, Pinochet, Noriega, Videla, Somoza… Todos esos nombres que dormían en el pasado, se han levantado de sus tumbas para reencarnarse, con sencillas operaciones de estética, en los nuevos dictadores del siglo XXI. La sangre necesaria para este revivir la están consiguiendo con transfusiones del mismo dios, con minúscula, porque así es la religión: el opio del pueblo. Como en tiempos del Caudillo –se acuerdan bajo palio, con el botafumeiro delante, esparciendo olor a incienso-, todo vuelve. Ahora hay cánticos, bailes, dinero –mucho dinero, tampoco es novedad- y, como siempre, el uso de los sentimientos espirituales, que es lo que de verdad y sirve para mantener el poder a esos nuevos dictadores. El palacio de Vistalegre de Deportes de Madrid ha llenado recientemente el aforo con una insólita fiesta nacional. Las banderas españolas, ondeando como furiosos blasones, han invadido cada rincón del recinto. Mientras Manolo Escobar canta por los altavoces que Viva España, los asistentes corean el estribillo a grito pelado, desgañitándose en un continuo Viva España, Viva. Seguido por el himno legionario “Soy el novio de la muerte” y “A por ellos”. El nuevo gripo político Vox (del latín voz) ha pillado al gobierno con el paso cambiado. Fueron 10.000 personas las que coreaban a gritos a su presidente, Santiago Abascal. Un líder que se manifiesta públicamente...

La guardadora de silencios

No, por favor, que no se lleven a Pedro Duque. Se pierde en un instante la magia etérea. Ese instante en que entre los nuevos ministros vimos su cara de científico despistado que no sabía encajar en la foto oficial. Cuando nos dijeron que iba a ser ministro un astronauta, una astronauta de verdad, que había viajado al espacio, que desde el cielo había visto lo pequeña que es la tierra, un astronauta, además, español, que había estado cerca las estrellas que… No. Ese no. No puedo pensar que Pedro Duque, un hombre que ha trascendido la tierra, que ha estado cerca de mil millones de estrellas en torno a la galaxia de Andrómeda, que ante sus ojos el amanecer y el anochecer dura 45 minutos, un hombre que ha aprendido a pensar mejor que los demás hombres en la ingravidez del espacio, un hombre que es capaz de decir, sin que se le mueva un músculo de la cara, que “la gente no concibe que podamos influir en las cosas del cielo”. No, Pedro Duque, que ha paseado por la Vía Láctea, y que desde el cielo ha percibido el mundo pequeño “porque hay tantos planetas como granos de arena en una playa”. Aunque, como me decía Juanjo Benítez: “en el cielo no hay democracia, ni derechas, ni izquierdas”. J.J.Benítez, como le llaman sus lectores, es compañero de universidad y amigo desde que teníamos 17 años. La semana pasada vino a cenar con su mujer Blanca, y siempre, aunque no queramos, hablamos de libros y nos vamos a otros mundos. Al final las frases se quedan diseminadas por...