Las concertinas de Venezuela

HACE muchos, muchos años, tantos que ni me acuerdo, estuve en Venezuela. Conocí una Caracas caótica para conducir en coche y el mayor aeropuerto de aviones privados del mundo. Estaba invitada a almorzar en casa de unos vascos exiliados y, como en todos los países y casas del globo, la TV estaba en un lugar de honor. Allí, al lado de La Guaira, mientras comía una bolita de una especie de pan típico, las migas se me cayeron de la boca. En la pantalla aparecía el rey Juan Carlos abucheado en la casa de Juntas de Gernika. Me pareció una especie de cómic o un corta y pega de broma. Ahora es Venezuela la que no me permite ver sin espanto la situación que viven.

Desde entonces, he seguido los vaivenes de un país que no terminaba de asentarse en su tierra. Movedizo, iba cambiando de presidentes mientras los venezolanos -a mí me parecieron pacíficos- iban aceptando a sus mandatarios con la calma obligada, a veces querida y otras no querida, que supuestamente habían elegido. Cuando Nicolás Maduro subió al poder, el mundo se enteró de que había un señor que gritaba mucho y hablaba continuamente de un país bolivariano en el que mandaba.

Nicolás Maduro fue la gran incongruencia de América del sur. Un reyezuelo que no permitía que nadie viera su castillo ni osara abrir una ventana para ver qué pasaba dentro. Venezuela, que había sido el país rico de América Latina, se encuentra ahora sumida en la pobreza. El chavismo trajo a Venezuela todos los errores de la economía: corrupción, deuda pública, criminalidad, tráfico de cocaína, miseria e inseguridad. Chaves fue un retroceso para Venezuela y Maduro, un continuador. Algunos venezolanos se enfadaron. Vivían mal y no conseguían llegar a fin de mes ni al final del día. De entre todos los insatisfechos, apareció uno que se creyó -e hizo creer a los demás- capaz de solucionar la tambaleante situación venezolana y capaz de sustituir a Maduro. Juan Guaidó, por primera vez en la historia venezolana, es el único líder que ha sido capaz de enfrentarse al poder de Maduro. Los insultos mutuos se multiplicaron. Maduro, que había llegado al poder de forma irregular, cuenta como respaldo político con los generales que manejan las tropas y los negocios de Venezuela. Juan Guaidó ha intentado legalizar su presidencia provisional para quitar a Mauro del poder, pero, aunque su juramento ante los venezolanos ha sido aceptado por una mayoría, legalmente no es el presidente. Juan Guaidó manifestó, el día 23 de enero de este año 2019, ante miles de manifestantes: “En mi condición de presidente de la Asamblea Nacional, invocando los artículos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (…) ante Dios todo poderoso, Venezuela (…) juro asumir formalmente las competencias del ejecutivo nacional como el presidente encargado de Venezuela para lograr el cese de la usurpación (de Nicolás Maduro), un gobierno de transición y tener elecciones libres”. Pocos minutos después fue reconocido como presidente interino por la Casa Blanca y posteriormente por el Parlamento Europeo y una mayoría de países latinoamericanos. La situación actual de Venezuela es angustiosa. El riferrafe entre los dos líderes continúa sin que ninguno de los dos dé soluciones. Cada uno a su aire, busca el poder mientras el pueblo cada vez está mas destrozado. “Usted, mister payasito -dice Maduro- intente convocar elecciones”.

Pienso que Venezuela sí necesita urgentemente un negociador internacional que ponga orden en su gallinero. Hemos llegado a tal desconcierto internacional que, cuando vemos manifestaciones de venezolanos, no sabemos si escuchan a Maduro o a Guaidó.

Cierre de fronteras

Nicolás Maduro ha cerrado cuatro puntos de fronteras terrestres y amenaza con cerrar-posiblemente ya lo haya hecho- los pasos por mar y aire para impedir la entrada de ayuda humanitaria, alimentos y medicinas, que espera en las fronteras de Venezuela; porque “los venezolanos no somos mendigos” y asegura que “la comida que les ofrecen está podrida y es cancerígena”.

“Juro por mi vida que nadie me quitará el poder”, confiesa Maduro. La fuerza de Maduro son los militares, pero algunos de sus generales empiezan a dudar de la postura de su jefe. El exjefe de inteligencia militar de Maduro ha abandonado sus filas y denuncia la corrupción y el narcotráfico. Hugo Carvajal ha manifestado su deseo de defender al pueblo venezolano, incluso anima a los soldados del alto mando a que se detengan a tiempo del rumbo que llevan. Dirigiéndose directamente a Maduro le dice: “Has asesinado a cientos de jóvenes en la calle por reclamar los derechos que les robaste, sin contar los fallecidos por falta de medicamentos”.

Por otra parte, Juan Guaidó garantiza una amnistía total a todos los generales que den el paso de abandonar a Maduro. Este pasado fin de semana los dos -Maduro y Guaidó- se enfrentaron a través de otros a brazo partido como en una película del oeste.

Música para solucionar el país

En el puente de Tienditas, que une Venezuela y Colombia y aún no se ha estrenado, se han celebrado dos conciertos multitudinarios. Uno en favor de Juan Guaidó, organizado por el empresario británico Richard Branson (fundador del grupo Virgin) para apoyar la ayuda humanitaria. El objetivo es recaudar 100 millones de dólares en 60 días. Por su parte, Nicolás Maduro anunció otro concierto con el lema Manos fuera de Venezuela prometiendo alimentos, pediatras, cirujanos, odontólogos para una atención medica gratuita… algo impensable en Venezuela.

El puente de Tienditas en la frontera venezolana con Colombia ha sido algo más que escenario de dos conciertos y una pugna entre Maduro y Guaidó, ha sido el puente de los suspiros, las esperanzas, los llantos, los logros o la desesperación del pueblo v

Los dos megaconciertos (uno, con hospital portátil incluido) con los dos líderes al frente y sus miles de seguidores detrás. Cabían distintas posibilidades. Que el puente se rompiese por la mitad, que los dos grupos enfrentados se liaran a golpes o que, como en Portugal, se regalasen flores y abrazos y aquí paz y después gloria, con Viva Venezuela incluida. Pero como los sueños, sueños son, ha habido más de lo segundo que de lo tercero en la pugna porque entrara o no lo hiciera la ayuda humanitaria: cuatro muertos y decenas y decenas de heridos. Y sigue habiendo que esperar que el destino decida quién gana. Quizás, como en Bailando con lobos, Guaidó se lance a caballo ante los militares de Maduro y con los brazos abiertos y el pecho descubierto pase a formar parte de los héroes por la libertad.

El puente de Tienditas ha sido el puente de los suspiros, las esperanzas, los llantos, los logros o la desesperación del pueblo venezolanos. Y todo está en el aire.