Vuelta al cole en bañador

Vuelta al cole en bañador

Mi sobrina Nerea, el día que fue por primera vez al cole, al volver a casa dijo a sus padres: –Pues muy bien, ya he estado en el cole. Con esta frase escueta quería decir que ya lo había visto y que al día siguiente se pensaba quedar tranquilita jugando y pintando en su habitación. Muchas veces recuerdo está anécdota que repetiríamos en muchas ocasiones. –Lo he visto, dejadme en paz. Pero, queramos o no, siempre llega septiembre, los uniformes, los libros, los cuadernos; y para los padres la eterna vuelta a las ocupaciones del año. Recuerdo que cuando fui a trabajar –no tenía ni idea de qué era una redacción de periódico– me sentaba en una silla, leía la prensa del día y, como veía que muchos se iban (a tomar un café o hacer un reportaje, por supuesto), pues yo me marchaba también. Lo hice dos días con total normalidad hasta que mi hermano Javi me preguntó: –¿Qué horario tienes? –Pues… –le contesté– voy, estoy un rato y me marcho. Creo que los gritos aún quedarán por alguna calle de Portugalete. Eso no es trabajar, me contestó escandalizado. Pero luego aprendí, como Nerea, que al cole y al trabajo hay que ir todos los días, aunque haga sol. La vuelta a la realidad del año en nuestra tierra tiene el calendario cambiado. Estamos sacando del armario la ropa de faena y tenemos en un cajón el bañador del verano sin estrenar. El calor se ha presentado cuando ya no podemos ir a la playa. El día cada vez tiene menos horas de luz y la luz es...