Tiene usted razón

Tiene usted razón

Por teléfono no se pueden recetar ansiolíticos sin ver ni escuchar al paciente. Antes la atención personal del médico de familia prevenía muchas enfermedades mentales, porque los doctores remitían a sus enfermos a los psiquiatras o a los psicólogos El Dr. Antonio Pérez se dio cuenta de que se había equivocado de profesión cuando comprobó que sentía lo mismo que contaban sus pacientes. «Tiene usted razón», se convirtió en el mantra que repetía cada media hora. A él le pasaba lo mismo. No tenía ganas de hacer nada, quería quedarse en la cama todo el día, el mundo se le caía encima y no sabía darse consejos a sí mismo. El desconcierto fue en aumento cuando la siguiente paciente, con un chiguagua en la mano, le aseguró que se había reencarnado en su perrito y, le cuidaba tanto, que había dejado de comer ella para alimentar a su criatura. Volvió a oír la pregunta: ¿qué le parece, doctor? «Qué usted tiene toda la razón del mundo, hasta el chucho es su viva imagen». Al final del día tuvo una sensación de placidez porque todos sus enfermos salían con una serena sonrisa. Oían lo que querían oír, aunque él se quedaba en sus cuatros paredes con el perro de la señora, las páginas en blanco de un escritor sin ideas y los lienzos del pintor que había olvidado los colores. El Dr. Pérez, como muchos médicos de antes, escuchaba hasta las más rocambolescas enfermedades, a veces, imaginarias, pero, normalmente desarreglos del cuerpo humano que sus pacientes venían a consultarle. El Dr. Pérez tuvo que ir a un psiquiatra, porque pensó...