El corazón del emperador

Desde niña creí las palabras del principito de Saint Exupèri: “Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para el alma”. Muy romántico pero equivocado. Estos días, he sufrido una de las decepciones mas grandes, fruto de mi ignorancia. El corazón no es rojo sino blanco. He visto, con muy poca devoción y gran minuciosidad, el corazón del emperador de Brasil Pedro I metido en un gran tarro de formol  desde hace 200 años. Como no es un corazón vulgar, está resguardado dentro de  una urna de oro. Estos pormenores los he seguido por TV, con numerosos comentarios peregrinos. Un equipo de Médicos estudió el órgano para saber si estaba en condiciones de efectuar  largo viaje de Portugal a  Brasil, para asistir a los actos conmemorativos de la independencia de Brasil.  El imperial corazón hizo el trayecto en un avión de las Fuerzas Armadas brasileñas, acompañado de tres autoridades y el alcalde de Oporto El corazón no sufrió ningún infarto y llego a la base aérea de Brasileia donde fue recibido, con honores de jefe de estado, por el presidente Bolsonaro y su esposa. Con cara seria, como requería el acto, fue conducido, bajo una fuerte seguridad, hasta el palacio de Itemari. Por el camino, como en nuestro país en tiempos de Franco, muchos niños agitaban banderitas de papel y hasta vi auna mujer brasileña  con  lágrimas  en los ojos, recordando  el cariño de un emperador que nunca conoció. Secretamente -más bien lo sabe todo el país- con este acto Bolsonaro quería ganar votos para las próximas elecciones. Lulla da Silva le supera en miles de...