El fraile del tiempo

En los regalos de empresa -antes había regalos- se hacían ediciones especiales para Navidad del fraile del tiempo. Según la moda de la época podía ser monje, Colón, guerrero medieval o el gato Félix.  El creador, Agapito Borrás Pedemonte, lo inventó en el siglo pasado y había para elegir más de treinta modelos. Pero el original, el autentico fraile del tiempo, estaba sentado con un libro abierto en las manos, con una bola del mundo a sus pies y una especie de barita mágica en las manos. Era un hidrómetro y, en función de la humedad, el fraile indicaba si el tiempo sería seco, revuelto, ventoso o con lluvia. Cuando era pequeña, había uno en la cocina. Era de cartón, tenía habito marrón y la facultad de subir y bajar el capote si iba llover o no. En aquel entonces era nuestro hombre particular del tiempo. Cuando nos levantamos mirábamos qué cambios íbamos a tener en el día. Decían que acertaba más si se ponía en la calle, pero si te despistabas y se subía la capucha, se mojaba y desaparecía por el agua. En casi todas las casas había una frailecillo que pronosticaba el tiempo. Me imagino que ahora, con el cambio climático, se rasgaría la cartulina de tanto subir y bajar el caperuza. Pienso que José María Aznar debía de tener un fraile -quizás era prior- muy especial porque siempre negó que el cambio climático existiera. “No se puede amenazar con el Apocalipsis y el alarmismo del cambio climático todos los días”. Posiblemente el expresidente continúe afirmando que el chapapote eran hilillos de plastilina y el atentado...