Una amistad que lleva al suicidio

Una amistad que lleva al suicidio

Antes, a los suicidas no se les enterraba en los cementerios, porque se consideraba tierra santa y el suicidio no es santo. Me pregunto dónde van tantos supuestos suicidas, circunstanciales, que se tiran de un balcón de su casa, o de un hotel, o al cruzar la calle confiados y resultan arrollados por un coche. Los que viajan en un avión, también están en peligro. El avión puede inexplicablemente estrellarse. Estos actos cotidianos son dudosamente reales, pero no pasa nada. Una mayoría de los suicidas inesperados, tienen en su pasado cercano, un amigo que es el rey del mundo. El gobierno de Putin ha puesto de moda estas muertes instantáneas, disfrazadas de casualidad. Difícilmente podemos pensar que el jefe de mercenarios, Jevgeny Prigozhin, que luchó contra Ucrania y luego se negó a seguir, muriese en un accidente fortuito a 300 kilometras de Moscú. El jefe de Wagner pensaba hablar con su superior Putin para poder recolocar a sus mercenarios en otros lugares en guerra, como África y Oriente Medio. Desgraciadamente esta conversación no tuvo lugar por el accidente del avión. Ser amigo de Putin se está convirtiendo en un auténtico problema. Además, el mandatario ruso -cada vez más grueso por sus numerosos chalecos de combate a prueba de balas- no asistió al funeral. Un funeral que hubiese merecidos ciertos honores. Prigozhin fue enterrado, en total silencio y secreto, en la ciudad de San Petersburgo. Boris Berezovsky, magnate del círculo cercano a Boris Yelseysein, tuvo un “pequeño” conflicto con Putin, se exilió al Reino Unido y casualmente se le encontró muerto en el cuarto de baño. Otro amigo de Putin,...